24 de junio de 2020: Centenario del Natalicio de Juan José Salas Flores

Juan José Salas Flores era capaz de multiplicar los panes y los pescados… Y para mí, era capaz de caminar sobre las aguas… De cambiar todo lo que tocaba… ¡Cuántas veces le vi hacer milagros!

Nuevo Casas Grandes. – Hoy, 24 de junio de 2020, “el mero día de San Juan”, celebramos el Centenario del Natalicio de Juan José Salas Flores.

Quisiera que este texto sea un homenaje In Memoriam. Al mismo tiempo, aprovecho para desear la recuperación plena de Doña Delia Bencomo Estrada -el otro pilar de la familia Salas Bencomo- quien recientemente ha tenido severos quebrantos en la salud, que pusieron en riesgo su vida.

Desde los cuatro años -niño del Barrio de La Parrita- de la mano de “Mamá Pina”, supe apreciar a Juan José Salas Flores, el “Señor Salas”, y descubrir su liderazgo.

Desde el Barrio de La Parrita, desde esa zona donde vivieron mis abuelos, mis padres y mis tíos, acompañé a  mi madre a la invasión de los terrenos que estaban “más allá de los hangares”, donde se fraccionaría la colonia Villahermosa.

Y anduve allí, con ella, siguiendo las directrices del Señor Salas.

¡Cuánta admiración puede meterse al cerebro y al corazón de un niño! Aquella admiración, aquel respeto, aquel cariño entrañable, han permanecido toda mi vida, aún después de la desaparición física de quien fuera, y es, uno de los más grandes personajes históricos de esta tierra.

Cuándo me preguntan cuál es para mí un ejemplo de político, suelo decir: “El Señor Salas”. Y punto.

Porque Juan José Salas Flores sabía canalizar sus exiguas fuerzas; era capaz desde sus limitaciones económicas, de ayudar, de ser solidario, con la osadía, con la empatía suficiente como para quitarse el pan que llevaría a la boca propia o de los suyos, para cederlo a los demás.

Juan José Salas Flores era capaz de multiplicar los panes y los pescados… Y para mí, era capaz de caminar sobre las aguas… De cambiar todo lo que tocaba…

¡Cuántas veces le vi hacer milagros!

Cuando entregaba despensas a las familias desesperadas por la pobreza alimentaria; cuando buscaba un medicamento para personas que tenían algún padecimiento y carecían del dinero para comprarlo o para pagar la atención médica; cuando, simplemente, ayudaba a sacar a padres de familia que habían sido llevados a la cárcel por faltas administrativas o incluso cuando eran víctimas de la prepotencia policíaca, años antes de la aparición de las oficinas de “los Derechos Humanos”.

Para la gente sencilla de mi pueblo, de mi colonia, para mí, esto tenía nombre: eran milagros divinos.

Cuando gestionaba las franquicias; cuando ayudaba para conseguir becas a los estudiantes o profes para las escuelas; cuando impulsaba el deporte, diversos deportes; cuando asesoraba a los trabajadores víctimas de los patrones explotadores… ¡Esos eran cachos de justicia arrancados al ambiente de injusticias!

Para aquel niño, eran verdaderos milagros.

Aquel niño del Barrio de La Parrita, de la mano de quien le había ahijado, anduvo cerca del “Señor Salas”, cuando éste guio el movimiento para que cientos de familias saliesen de las vecindades y tuviesen un terreno donde fincar su vivienda.

Y andaba cerca aquel niño, cuando el Señor Salas mantuvo organizadas aquellas mesas directivas de Magdalena Rosas, Gloria Varela, Delia Lima, Loreto Blanco, Licha Parra, Sebastiana Magallanes, Margarita Contreras, Pablito Olivas, entre muchas otras personas que gustosas ayudaban al Señor Salas.

Allí andaba aquel niño, cuando el Señor Salas arengaba a “las compañeras y los compañeros” (años antes de la “perspectiva de género”) de la colonia, para sostener y mantener la unidad.

Allí andaba aquel niño cuando el Señor Salas impulsaba ideas y acciones de mujeres como Teresa Alonso, Amelia Jiménez, Bernarda Morales, Delfina Bencomo y tantas y tantas más que de una u otra maneras apoyaban “la causa” de la Villahermosa…

Juan José Salas Flores sabía hacer “pequeñas grandes cosas”, porque eran enormes cosas para la gente más humilde.

No lo sabía entonces, pero hoy sé que se trataba de un liderazgo desde la miseria altiva, desde el orgullo y la conciencia de clase, desde los perdedores, desde el margen, desde los parias, desde los “nadies”.

¡Cómo no recordar, reconocer y festejar, ahora, el Centenario de su natalicio!

Cómo no mantenerle como un consentido de la memoria, si aprendí a estimarle desde que nos ofrecía nieves, paletas o pastel para que los niños y las niñas de La Villa aguantásemos aquellas reuniones organizativas en el Salón de Actos, que  frecuentemente se prolongaban más allá de la paciencia de los chiquillos. Así de sencillo, éramos felices, gracias a aquella figura paternal, de aquella generosa autoridad.

Cómo no apreciar a quien enviaba al Señor Díaz, con su bien timbrada voz, para que con su equipo de sonido, en vivo y en directo, diese las mañanitas a los habitantes de la colonia, cada tres de junio…

Y luego a darnos al disfrute de Las Ferias en la plaza de la colonia y hasta los Reinados, en el Salón de Actos…

Cómo no reconocer su valentía y acompañarle, con mi madre, en las elecciones de 1980 y en la primera insurgencia electoral del país, que apoyó, en justicia, aún en contra de su partido y su organización, cuando el pueblo, valientemente, tomó las decisiones y se manifestó durante días y noches contra el fraude electoral, incluso más allá del líder y candidato que era Ernesto Poblano.

Cómo no sufrir con él, y su familia, cuando lo encarcelaron sus enemigos, quienes, entre otras cosas, impidieron que el Señor Salas fuese Presidente Municipal.

Cómo no compartir el dolor que representan aquellos episodios cuando sus enemigos, según se cuenta, habrían ordenado su muerte.

Con rasgos de leyenda y material para una narrativa pendiente, resulta asombroso que al menos en dos ocasiones, asesinos a sueldo, a punto de ejecutarle, en un último destello de conciencia, se cuestionaran cómo podrían matar a un hombre humilde cuyo “delito” era ayudar al prójimo más que a sí mismo. En ambos casos, resulta sorprendente que en lugar de convertirse en sus verdugos, aquellos hombres recios terminarían no sólo desistiendo al impulso asesino y desobedeciendo la orden criminal, sino incluso ayudándole a él y a su familia…

No obstante, todo ello minó su salud, hasta que un día un paro cardíaco terminó con su vida.

Y cómo no llorar su muerte.

Y, sobre todo, cómo no mantenerle como un personaje de nuestra historia y nuestra memoria.

CONTINUANDO EL LEGADO DEL “SEÑOR SALAS”

Hacia el 25 aniversario de la colonia, recuerdo el entusiasmo de Anita Chaquiroff desde La Biblioteca. Se retomaron entonces los esfuerzos para enaltecer a la Villahermosa y al Señor Salas, para recuperar aquellas costumbres y tradiciones. Lalo Murillo, entonces Presidente Municipal, y el Obispo, Hilario Chávez Joya, entre otros, aquella vez participaron con mucho gusto y satisfacción para exaltar la figura del Señor Salas.

El 30 aniversario de la Villahermosa, con “Chuma” Au, como presidente municipal, y con Cristóbal Jaramillo, ex alcalde que entonces reveló cómo se puso de parte de los “invasores”, realizamos un trabajo de recuperación de parte de aquella historia de sacrificios en la colonia.

Allí estuvieron los testimonios de Juan Durán, quien acompañó a su madre, Lala Arrieta, en el proceso de la invasión; Ricardo Salas, quien habló desde el entorno familiar; “Chuma” y Jaramillo, desde la visión del poder; Jorge Domínguez, desde otras experiencias en el Estado; y el aporte de varias personas para lograr un primer trazo de la semblanza del gran líder.

El 45 aniversario, contó con la participación de David Martínez, un alcalde muy vinculado a la Villahermosa. Podíamos tener diferencias en otros temas, pero la Villahermosa nos unía… En esa ocasión se organizó un conversatorio que documenta la importancia de la colonia Villahermosa en la historia del poblamiento de Nuevo Casas Grandes.

El año pasado, en el 47 aniversario de la colonia y en el 99 del natalicio de Juan José Salas Flores, los mensajes de Héctor Mario Galaz Griego, Presidente Municipal, transitaron por la ruta del reconocimiento a la Villahermosa, a su líder histórico, así como a la valentía y el arrojo de las mujeres.

Esa vez, se contó con participaciones como las de Juan Durán, Fernando Rubio y Héctor Nava, entre otros invitados.

En todos estos eventos, la familia Salas Bencomo ha participado con entusiasmo, generalmente representada por Ricardo.

En fin, desde hace años empezamos esa idea sencilla, para trabajar el rescate de la historia y la memoria desde el barrio, desde la colonia. Pero, entonces, la historiografía de la colonia Villahermosa ha trazado la ruta para emprender buena parte de la historiografía del Municipio.

La narración que hiciera mi madre acerca de la invasión de La Villa -¡quién dijera que ese sería el efecto de aquella entrevista!- abrió la puerta para ampliar la visión hacia la historia del poblamiento, el territorio, la economía, la política, la sociedad, la cultura y la ideología, en general, los aspectos que identifican, ya no sólo a la colonia, sino al municipio y  nuestra gente, desde la historia y la memoria de este legado centenario que representa Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, México.

Los resultados de la investigación, sociológica y periodística, tienen que ser el fruto de la idea de quien, entonces Síndico, leyera en la edición de “Letras de Oro”, dedicada a la Villahermosa, el testimonio de Delfina Bencomo y madurara, desde entonces, la idea de hacer un libro en el que, como en La Villa, vibrasen los lazos identitarios de la gente de Nuevo Casas Grandes. Dentro de poco, ahora como Presidente Municipal, podrá concretar aquella idea y publicar el libro…

Dada la contingencia de salud se nos pasó el 48 aniversario de la colonia, como evento, aunque hubo perifoneo con las tradicionales mañanitas de Ricardo Salas y la felicitación por parte del alcalde en las redes sociodigitales.

A ver qué puede hacerse o al menos plantearse para celebrar dignamente el centenario del natalicio de Juan José Salas Flores.

De momento pienso en un vídeo del centenario, en una exposición fotográfica, en una lectura de sus cartas de noviazgo, de amor y compromiso con Delia Bencomo, así como en la invitación, la convocatoria, para que la comunidad proponga otras ideas; luego, quizá podamos pensar en un monumento, honrarle con una calle que lleve su nombre (una propuesta que ya había adelantado David Martínez) u otras iniciativas…

Podemos hacer extensiva esta celebración para reconocer a las compañeras y los compañeros de la Villahermosa, así como la evolución de la colonia, que pronto estará cumpliendo CINCUENTA AÑOS.

Tengo la edad que él Señor Salas tenía cuando se creó la colonia Villahermosa. Y aquí sigo, admirándole, igual o más que como le admiraba siendo apenas un niño.

JUAN JOSÉ SALAS FLORES: UN LÍDER CENTENARIO

Juan José Salas Flores nació el 24 de junio de 1920 en la Ciudad de México. Fue el tercero de los hijos en la familia.

Realizó sus estudios en la Ciudad de México hasta bachillerato. Fue boxeador, fue torero; intentó varios oficios. Debido a la situación económica de su familia tuvo que emigrar a los Estados Unidos de América, donde desempeñó diferentes empleos.

Durante su estancia en aquel país lo sorprendió el estallido de la Segunda Guerra Mundial, por lo que decidió enrolarse en el ejército norteamericano, en el cual estuvo enlistado tres años, y dentro de ese lapso tomó parte activa en el frente en Japón.

Al terminar la guerra le ofrecieron la residencia o la ciudadanía, y se decidió por la primera opción.

Estudió inglés y trabajó para la compañía Del Monte, en sus oficinas.

Después de conocerse por correspondencia y mantener un noviazgo del que constan decenas de cartas, se casó con Delia Bencomo Estrada. Procrearon diez hijos: Juan José, David, Ricardo, Eduardo, Silvia, Rocío, Armando, Delia, Graciela, y Daniel.

Al regresar a México, en 1950, trabajó como consultor en asuntos laborales para varias organizaciones sindicales.

Dentro de sus actividades políticas y sociales, en 1968 fundó la CROM en la ciudad de Durango, Dgo.

Se trasladó a Nuevo Casas Grandes, Chih., donde, en 1972, se funda la CROC del noroeste del Estado, a la que se integraron varias organizaciones como la Unión de Defensa Inquilinaria, el Sindicato de Trabajadores de Rancho Verde, el Sindicato de Estibadores, el Grupo de Granjas Familiares, el Sindicato de Madereros de la Sierra, etc., por lo que llegó a tener en las filas croquistas más de cinco mil agremiados.

El 3 de junio de 1972 fundó, con la ayuda de decenas de mujeres, lo que hoy es la gran Colonia Villahermosa, en la que cientos de familias lograron tener un terreno donde construir su casa.

Su gusto por el deporte le motivó para apoyar varias disciplinas, entre ellas las carreras pedestres, el box, el fútbol, el volibol, etc.

Asimismo, tramitó varias franquicias para la regularización de automóviles (como las de 1975 y 1983), con principal atención a las personas de escasos recursos económicos, especialmente a los campesinos de la región.

Fue siempre un activo gestor para la obtención de despensas para familias necesitadas.

Tramitó, en sus inicios, lo que hoy es la Escuela Secundaria Club Sertoma-Paquimé, y apoyó, entre otras instituciones educativas, a la Secundaria Estatal Club de Leones, con diversas gestiones ante el Gobierno del Estado.

Enemigo de las injusticias, siempre estuvo dispuesto, a cualquier hora, para ayudar a la gente, cuando sus familiares eran detenidos por las diferentes corporaciones policíacas, o apoyar con servicios de atención médica para la gente que la necesitara y que no poseía los medios para ello.

Por sus características y por el cariño que le demostró la gente, puede decirse que JUAN JOSÉ SALAS FLORES, fue el primer líder popular en Nuevo Casas Grandes y la región.

Murió, de paro cardíaco, el 18 de enero de 1984, pero sus ideas y su obra perdurarán por siempre como una parte de la historia y la memoria de Nuevo Casas Grandes, y como ejemplo para futuras generaciones.

Por: Arcadio Sánchez Rodríguez

Lanoticiadigital.com.mx

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